domingo, 5 de junio de 2011

Un pedazo de papel que nadie puede ver

Nada para decir y, sin embargo, me desdibujo en un pedazo de papel que nadie puede ver. Es contradictorio pensarlo de este modo pero de repente "lo real comenzó a ganarle la parada a lo virtual".
El cansancio, las horas fuera de casa, de mi hogar, convirtieron al "tiempo" en un preciado valor que necesitaba para volver a comenzar.

Y así andan los días, sin demasiada noche, sin demasiado en qué pensar, pensando tanto en lo mismo que uno se va volviendo mono-temático y la hazaña de no aburrir entorpece todo tipo de comunicación.

Qué pasaba antes que todo se volvía tan necesario? Qué seduce de la noche y del impulso de no dejar nada adentro? Por qué ahora se me vuelve difícil seguirle el tranco a lo virtual?

Me pregunto y más que responderme, agradezco. Porque virtual o no, se volvió real, como todo aquello que uno vive. Escribir sin saber bien que escribir y descubrirse diciendo algo, es una sensación extrañamente placentera. Como alguna vez supe decir, no importa ser perfecto -ni digno ejemplar- solo importa tener algo para decir y querer compartirlo.

Y me vuelvo -tímidamente- sobre mis pasos para pensar que las cosas son como se van haciendo. Repasarlo todo por arriba, medio a la que te criaste. Alguna batalla más, algún partido menos, empates y derrotas de por medio, y -sin embargo, de todo eso que pasamos pienso que no fueron las victorias las que nos pusieron donde ahora estamos parados. Sea cual fuere ese lugar.

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