Mecanismo.

Si ella nadara sola entre tanta mediocridad, todo seria más turbio. Sin embargo, se llena sus manos de barro para demostrarnos que la belleza existe, aun cubierta de lodo.
Todo se vuelve rebuscado pero el asunto es simple. Ella está ahí para hacerlo sonreir. Solo una vez, simplemente una vez, para quedarse con esa imagen, esa fugaz fotografía.
Dibujando nubes en el aire, busca cambiar su paisaje, ese que no puede transformar solo, ese mismo que siente pendiente, que dilata, demora y oculta. En las paredes está su verdad de constante cambio pero no puede esconder su preferencia a que todo sea como siempre fue.
En esas paredes que pocos conocen, que muchos han visto por encima, se esconde la verdad. Su verdad. Su rostro oculto, lleno de miedos, de dolor, de vida.
Él puede olcutar su melancolía, puede intentar sonreir para la foto pero no puede disimular sus paredes.
Es cuestión de dar un paso y notar que eso no está bien pero que está ahi. Él con su incansable andar logra distraerla y lo consigue. Ella nota que algo ahí es confuso pero elige seguirle la corriente. Extrañamente dice las palabras que lo tranquilizan y él se tranquiliza.
Ella evita ponerse aguda, él sabe que ella todavía no lo descubrió del todo, eso un poco la exita, la estimula, verlo vulnerable le da fuerza, la hace sentir segura. Eso es algo que él sabe hacer. Él no es ningun pavote, a pesar de su verguenza, su timidez bipolar y su aparente soberbia.
Entiende los mecanismos y los pone en acción. Sin embargo, esta vez simplemente sucedió, no puso nada en funcionamiento, solamente funcionó y ella estaba ahí para hacerlo todo más sencillo.