...definitivamente las cosas se me escurren de las manos y la soledad del instinto se hace fuerte de local donde -de tanto ganar batallas- la otredad ya no se anima a venir y solo se arriman aquellos que están dispuestos a perder... y eso sí que no sucede seguido... Es justito ahí cuando busco replantear mi estrategia y es después de tanto revolver que caigo en que no tengo estrategia. Entonces, torpe y a los ponchazos, busco la manera de salir afuera a jugar de local.
Fue por esos pagos cuando me presenté, me bautizaste como El chico "Soy Solo" y clavaste una frase en el medio del ego: "Ese tipo de decisiones son más fáciles de tomar que de mantener"- dijiste- y tenías razón.
Ahora se me escapa la hora, el sueño pasa de largo y tengo la sensación de estar haciendo algo mal pero tu canción se repite -una y otra vez- en mi memoria. Esa idea linda de volverte a ver, la posibilidad remota de que eso suceda y un extraño ritmo cardíaco que se acelera, forman una guerra -acá- en el pecho que me puede lastimar.
Es en ese momento que empiezo a asustarme. Me preocupo por estados de ánimos que no son los míos, por cuestiones que no me incumben demasiado y siento la necesidad de no permitir que pierdas la sonrisa. Verte sufrir es algo que no puedo manejar.
Tu silencio tampoco pero en la distancia de la formas todavía me queda una baldoza donde hacer la última gambeta.
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1 comentario:
si te ocuparas de escribir con religiosa minuciosidad y compromiso, una cierta cantidad de horas por día, se de seguro que llegarías hasta lo más alto, o hasta lo más hondo. Y mirá que los "hasta lo más" son difíciles de conseguir. Nunca son sencillos los extremos del ser.
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