lunes, 11 de julio de 2016

"Zona de Confort" o "acerca de la derrota invisible"

Me pregunto seguido si ya aprendí todo sobre "perder" y creo que me he perdido en la búsqueda de respuestas. 
He perdido tanto en manos la vida, la muerte, las malas decisiones, la gente linda, la gente de mierda y mis propios miedos que ya ni puedo repasar la cantidad de derrotas.

De chiquito, cuando jugabas a los pistoleros, te disparaban -vos sabías que te dieron- pero te negabas a morir y alegabas algún tipo de desvío en la bala imaginaria o algún superpoder de último momento para seguir jugando. Ese era un vínculo posible con la derrota. 

De grande, cada vez que perdemos, puteamos al aire, nos reprochamos varias cosas, lloramos en secreto, evitamos cualquier situación que nos exponga y medio que tratamos de minimizarlo para afuera.

Nos ponemos mal sin terminar de ver que -a pesar de todo- en la pérdida, en la derrota, está el aprendizaje, la lección del día, ese pedacito de madurez reservado para un instante de iluminación.

"Perder" es parte del proceso. Es algo propio a cualquier desafío y los "desafíos" son los que nos empujan a ser un poquito mejores, aun sabiendo que del reverso aguarda agazapada la frustración. Es el resigo de intentar y, a esta altura del partido, habiendo perdido tanto, pienso que el concepto de "perder" está ahí esperando a que nos traicionemos -una vez más- y vayamos a lo seguro, pensando que así tendremos la victoria asegurada, caminando una y otra vez el sendero de lo conocido, acomodados en el confort de lo ya probado, aferrados a esa primera victoria con olor a humedad. Es en ese instante cuando empezamos a cavar la fosa de nuestra derrota final y definitiva, la de perder las ganas de desafiarse a uno mismo.

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