miércoles, 15 de mayo de 2013

De gestos mínimos y la vida sin marketing.

Sus pupilas estaban cansadas. Sus labios guardaban una sonrisa de alivio. Apura el paso hasta la puerta para fumarse un cigarrillo en la entradita de la guardia. Lo veo pasar, me acerco y le saco charla.

Entre la lluvia que golpeaba el techo de chapa y el frío, las palabras andaban solas. La tranquilidad de que está mejor, la ansiedad por que esté mejor y la noción de realidad nos invadía una vez más, dándonos una excusa para hacernos compañía un rato.

Tantas cosas planificamos, tanto nos medimos con el tiempo, que perdemos de vista aquello que es importante. Para ser sincero -y algo antipático- no soy muy amigo de eso de andar disfrutando de "los pequeños momentos de la vida". Asociar una recarga de la SUBE con un instante de felicidad me parece absurdo. Como si la brisa de la tarde acariciando tu rostro bastara para ser "feliz", La verdad que descreo bastante de esto. No puedo evitar pensar que hay algo casi evasivo, escapista, en esos gestos que uno se empuja a disfrutar. Tampoco me caen bien los que asocian la felicidad con escaparse bajo el lema: "sé libre, agarrá tu mochila, se rubio, con los pelos al viento, conoce otros lugares y viví de vacaciones!". Básicamente porque lo que uno elige no mirar se vuelve mas fuerte y se empeña en plantarse ahí, para cuando tengamos que dar la vuelta.

En fin, no soy partidario de todo esto. Soy más amigo de la idea de andar por la vida arreglándose con lo que uno tiene, deseando lo que uno quiere, decidiendo, generándose opciones, tratando de hacer lo que uno disfruta hacer y si se puede vivir de eso, mucho mejor. Me molesta el optimismo facilista, el fundamentalismo del vaso medio lleno o la naturaleza color esperanza.

La vida no es eso. Está llena de momentos de mierda, de gente horrible, de humores cambiantes, de frustraciones, desencantos y dolor. Esto es cierto. Sin embargo, la vida que se asume con "actitud, amor y respeto", está repleta de sonrisas, de abrazos, de amor, de gestos mínimos, de decisiones, de formarción, de enseñar, de deseos por cumplirse, de caminos arduos, de desafíos nuevos, de amigos, de hermanos, de aciertos, de errores y de mucho aprendizaje. Por todo esto pienso que está bueno vivir. Básicamente por el camino y por andarlo con esa gente que hace bien.

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